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Fracturas

Tres dispositivos conectados en vivo. Uno reúne en una pantalla la señal de los tres. Muestra al espectador en primera persona, desde la cámara de la tablet. En un segundo recuadro, dentro de la misma pantalla, está él mismo, el observador, pero desde la espalda, captada por un segundo módulo, ubicado más atrás, en la misma galería. El tercer recuadro es casi el mismo que el primero, pero desfasado, ya que es transmitido por un tercer módulo: una pantalla con una cámara conectada, que enfoca a la misma fuente, entonces devuelve la señal, con el retraso propio del sistema. Ese tercer módulo está ubicado en un lugar de Puchuncaví que fue un balneario popular durante el gobierno de la Unidad Popular, sitios que fueron construidos por el Estado y destinados a ser usados por la población más postergada en lo social y económico, durante sus vacaciones, porque se reconocía su derecho al ocio, al descanso, a la diversión y al acceso cultural al territorio del propio país (qué belleza de medida fue la nro. 29 del plan del Gobierno Popular), pero que luego llegada la dictadura, fueron tomados y transformados en muchos casos, como este, en centros de tortura. Entonces, ante la ya típica consideración de que este tipo de cosas son del pasado, y de esto se habla en el segundo módulo de la galería, a través de un papelito que contiene un texto y dibujos (como los que se ocupaban para transmitir testimonios de aquellas aberraciones, que no tuvieron evidencias de imágenes técnicas, como fotos y videos), se busca instalar en ese desfase de la señal, una forma ya muy asumida por todos de entender el pasado como presente, digamos, estamos ya habituados a saber que nuestra conversación en videoconferencia tiene un retraso, que me demoro un poco en llegar y que te demoras un poco en llegar a mí, pero lo entendemos como “en vivo”, esa fracción de tiempo se aplana y se reduce a presente, entonces entender en ese breve lapso, un espacio para hablar del tiempo que nos separa con los hechos, en este caso, de este balneario, luego centro de tortura, pero para hablar de eso, del tiempo.

Reconociendo estar el punto de inflexión en que los traumas humanos se transforman en antecedentes históricos, en datos de libros, pueda ser que esto se haya visto favorecido (en alguna medida) por aquel arte que ha repetido incesantemente la fórmula de hacer obras desde los hechos y no ha querido abordar el reconocer ese tiempo que se dilata y que nos separa ineludible y exponencialmente de ellos (porque el olvido es exponencial, avanza más rápido que el tiempo, ya que en el camino nos vamos muriendo, atrofiando). Entonces es recoger el guante de esa crítica: Ya, sí, son temas del pasado, pero entonces hablemos de ese anacronismo. Desde mi intención, será intentando volverlo a cero, no omitiéndolo, sino trabajándolo, para que la vigencia del horror de otros no se desvanezca y, pueda así, quizás abrirse una nueva -ilusa- oportunidad para reparar aquello.

(Registro de "Fracturas" en colectiva "Tripartito". Galería de Arte Municipal de Valparaíso, Chile, 2025)

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